domingo, 24 de octubre de 2010

Varios

El día del tiburón

Como prometimos, acá va la nota completa ya publicada en junio de 2007:

Estimado «Chasqui»...
Te leo desde que naciste, y felicito la brillante idea de traernos noticias, informaciones útiles, comentarios, datos, curiosidadades, y cuanto elemento sirva a quienes conocemos desde hace mucho a MAR DE LAS PAMPAS disfrutando de sus bosques, de sus playas, de su tranquilidad... a veces un poco perturbada por la denominada «civilización»...
Luego de tantos años fue hoy que me he decidido a escribirte por primera vez...
Y lo haré en respuesta a tu sana y feliz idea de la sección FOTO DE LECTORES y UN POCO DE NOSTALGIA...
Porque es eso lo que a veces nos agarra un poco a los Esteller...
Pero como me pareció que sólo la «foto» y su breve descripción no transmitirían todo el sentimiento, es que me atrevo a relatarte el por qué de la foto que te adjunto:
«La mañana amaneció cálida y despejada: El mar tranquilo preanunciaba e invitaba a otra salida en su «gomón» para la pesca a la que nos tenía acostumbrados: sea embarcados mar adentro, sea con sus varios «trasmallos» en la primera o segunda canaleta de la playa, según lo permitía el mar.
Mantener y seguirle su «ritmo» no era tarea fácil..., pero la vida intensa que contagiaba a su alrededor nos hacía seguirle a donde fuere.
Amarinados que fueron todos los elementos de a bordo: el fondeo con su cadena y cabo, las cañas con sus riles, la caja de pesca con líneas, anzuelos, plomadas, los chalecos salvavidas, el espejito de señales (por si las moscas...), la aromática bolsa de nylon con la carnada, las cajas plásticas encontradas varadas en la playa caídas de algún pesquero y que servían de contenedor de la «pesca del día», una bien protegida botella de litro de Caña Legui con que engañar por dentro un eventual frío de afuera, la pala bichero, el tanque de nafta, algunos cabos sueltos, las gorras por si el sol abrasaba, y en un paquetito bien envuelto y forrado para evitar humedad, mi pistola Bersa ‘22 con su cargador lleno y la cajita de más balas. Así, esperábamos el momento adecuado para acelerar el «fuera de borda» y cruzar la «rompiente», ayudados a ambos lados por nuestras esposas metidas en el agua hasta el cuello...
Cómoda y plácidamente instalados, lanzamos el fondeo a unas 5 ó 6 millas de la costa (si querés saber cuantos kilómetros, multiplicá por 1,8) bajo un radiante sol y suave brisa matinal.
Veníamos sacando corvinitas, alguna pescadilla real, algún que otro cazoncito... y charlando tranquilamente como para no volver a tierra con las manos vacías...
Por popa se habían lanzado muchos metros de una línea con anzuelo de buen porte y extremo de tanza de acero, encarnado con una buena cabeza de lisa que había quedado en el trasmallo el día anterior, línea que había quedado firmemente atada al espejo de popa del gomón. Era con ello la intención que prendiera un pez grande.
En eso estábamos... y de pronto la quietud... Las cañas ni se movían... Los peces ni «chupaban» la carnada... ¡Era como si hubieran desaparecido de golpe!
Pasaban los minutos y nada...
Estábamos a punto de recoger todo y emprender el regreso, cuando notamos que el gomón deja de presentar su proa a la corriente y comienza como a deslizarse de costado, como a «girar» tironeado desde popa.
«ALGO GRANDE PICÓ... !!!», nos grita el capitán...
«LEVANTAR FONDEO Y TODAS LAS LÍNEAS... QUE SI NO NOS ENREDAMOS...!!!»
La tripulación atenta, procedimos a cumplir la orden mientras él con la línea de popa en sus manos trataba de sostener con fuerza al «bicho» que se había tragado la cabeza de la lisa. Iba de un lado al otro, giraba allá abajo en las oscuras profundidades, hacía «8», pasaba por debajo...
Gran esfuerzo le costaba sostener la línea con sus brazos en alto, entre sus dedos, y evitar enredos yendo y viniendo de estribor a babor, de popa a proa, incansablemente, sin darle tregua al «bicho».
No puedo precisar cuánto tiempo pasó así... quizás 20 ó 30 minutos...
A las cansadas ya pocos metros faltaban para llegar al extremo de tanza de acero, y minuto a minuto el animal cedía terreno.
Mi cuñado y yo mirábamos atentos lo que ocurría a nuestro alrededor. Era para nosotros, no pescadores, una nueva e inquietante experiencia...
Sin soltar para nada la línea, nos gritaba: «ES UN TIBURÓN GRANDE...!!!
Y lo atrae hacia la banda de estribor, que ahora estaba a la deriva, sin fondeo, meciéndose con las suaves ondas de un mar azul y calmo.
«QUE UNO PREPARE EL BICHERO... Y EL OTRO AGARRE LA PISTOLA...!
Yo alcanzo a tomar mi ‘22 justo cuando el capitán me grita «PEGALE UN TIRO QUE NOS MUERDE EL BOTE...!
Pum... Pum... Pum... Le tiro más de cuatro o cinco pero alguno fue directo al agua, porque todo ocurría en continuo movimiento...
Finalmente el tiburón dejó de moverse... y a través de su dentadura apreciamos que el anzuelo con la cabeza de la lisa estaba muy muy adentro...
«Y AHORA QUÉ HACEMOS...??? pregunté ingenuamente.
«TIENE UNA BOCA TAN GRANDE Y UNOS DIENTES TAN FILOSOS QUE SI LO SUBIMOS A BORDO NOS PUEDE PINCHAR EL GOMÓN O LASTIMARNOS!»
Allí nomás el capitán tomó un cabo y lo pasó alrededor del enorme cuerpo «amatambrándolo» como para no perderlo en el camino, mientras yo me preguntaba: «¿LO PESCAMOS... O LO CAZAMOS?»
La tensión de lo vivido nos dejó exhaustos... nos quedamos panza arriba tratando de aquietarnos, con el bicho atado y en el agua...
Esperando que la adrenalina volcada en nuestra sangre volviera a sus valores normales...
Ya recuperados, brindamos con un buen trago de LEGUI... y encendimos el fuera de borda que arrancó de primera como participando contento del evento...
Tal era el jabón que nos producía ver las enormes fauces y los cientos de filosos dientes, que no nos animamos ni siquiera a traerlo abarloado a la banda.
El capitán le dio unos 15 ó 20 metros más de cabo y así lo trajimos a «remolque».
Ya era casi el mediodía... La playa se había poblado con algunos bañistas más...
Nuestras esposas e hijos ni se imaginaban la aventura vivida...
Una vez alcanzada la playa, recogimos el «remolque»... y como ocurría siempre, curiosos vecinos, amigos, turistas, se arremolinaron rápidamente alrededor.
Ya no importaban los peces que teníamos a bordo... Todos querían saber qué diablos venía en el extremo de la línea...
Los entendidos decían que se trataba de un «Tiburón Escualandrum».
Lo alzamos en el arco del BANEARIO SOLEADO para la foto que te adjunto como testimonio, y midió más de 2 metros.
El capitán lo llevó en su jeep para pesarlo en la balanza de nuestros vecinos amigos Cardozo, donde acusó 56 kg!!!
Este hecho ocurrió en esta playa de MAR DE LAS PAMPAS en el verano del año 1991, exactamente el día 19 de enero.
Para ese entonces ya hacía 8 años que los Esteller habíamos construído «MAREJADA 1983» en la esquina de las calles José Hernández y Ñanduces, y los Cafiero en la calle Pedro Luro, siendo los primeros «turistas» que supimos bien elegir donde pasar inolvidables jornadas.
Sirva este relato de humilde homenaje al Gran Amigo Pascual, a quien hemos conocido circunstancialmente gracias a Mar de las Pampas, allá en el ‘83.
Este bosque y mar de ensueño también hizo posible que naciera entre las 2 familias una sincera y férrea amistad que aún hoy perdura.
Lamentablemente este «gaucho napolitano» nacido en Sorrento, se fue antes de tiempo.
Nos dejó un 28 de abril del año 2000 eligiendo para irse también un mar como el que lo había visto nacer, mientras hacía lo que más le gustaba: colocar su trasmallo como lo venía haciendo desde hacía años.
Les cuento que estas líneas las estoy escribiendo precisamente en el quincho de nuestra casita «Marejada 1983» el viernes 23 de marzo de 2007.
Inspirado quizás en el recuerdo de éste, mi entrañable amigo cuya presencia se sigue percibiendo flotando entre los pinos que me rodean.
Querido Pascual: no sé si El Chasqui llega allí donde estés... pero seguro que nos estás sintiendo y entendiendo lo mucho que has significado en nuestras vidas.

Siempre estarás presente.

Familia Esteller
Mar de las Pampas
23 de marzo de 2007


"UN POCO DE NOSTALGIA..."
¿Algún "viejo" vecino se animó...? ¿Y...? Reconociste a alguno de los protagonistas de la foto del TIBURÓN del 19 de enero de 1991...? ¡Bravo si acertaste...! Pero si no fue así..., aquí va el... "QUIEN ES QUIEN......"
PRIMERA FILA (de izquierda a derecha mirando la foto): GUADALUPE CALDERÓN: sobrina de Quique y Nora, hija de Félix Calderón; LUCAS MATIAS ESTELLER: hijo menor de Quique y Nora, que al día siguiente (20 ene 1991) cumplía 10 años; SANTIAGO EZEQUIEL ESTELLER: hijo del medio de Quique y Nora, y hoy "vecino residente de Mar de las Pampas"; HÉCTOR -Quique- ESTELLER: con 19 años menos...! (claro... como todos los demás...!) abriendole las fauces al "escalandrum"; PASCUAL CAFIERO: con su sonrisa... y cuyas "lindas locuras" hicieron tan felices por años a los Esteller... Se siente su ausencia en MAR DE LAS PAMPAS ....!; GABRIELA CAFIERO: hija de Pascual
SEGUNDA FILA: NORA SUSANA: esposa de Héctor; NATALIA MONTSERRAT ESTELLER: hija mayor de Quique y Nora; ESTELA: esposa de Pascual; FELIX CALDERÓN: cuñado de Quique y Nora

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