domingo, 24 de octubre de 2010

Contratapa

a propósito de la revista por los diez años de El Chasqui
Introducción a la Introducción a una introd...

Estas líneas que redacto ahora anteceden a la Introducción a una introducción que publico en la revista por los diez años de El Chasqui, es decir que constituyen lo que podríamos llamar palabras introductorias, por lo cual concluyo que este verdadero trabalenguas termina por ser una introducción a la Introducción a una introducción. O algo así. Y todo por no ir directamente al grano y compartir con los lectores del periódico, desde esta contratapa, aquello que abre el trabajo de recopilación que hicimos en la revista que, espero, ya esté en los puntos de venta al empezar a circular esta edición, la número 119 y la que inicia nuestro undécimo año. Acaso el trabalenguas refleje el estado en que quedé tras cuarenta días sumergido entre miles de hojas de papel de diario buscando entre noticias y cartas, leyendo, releyendo y también recordando, repasando este período de diez años de Mar de las Pampas, de El Chasqui y también de nuestra propia vida, de nuestra historia familiar, todo al afiebrado impulso de los vecinos que se enteraban del proyecto y con su estímulo nos alentaban todavía más, nos contagiaban, aunque siempre es difícil determinar quién contagia a quién, en ese constante ir y venir de energías, en ese intercambio que cuando sintoniza ondas positivas nos hace sentir que somos capaces de cualquier cosa, de alcanzar lo que parece imposible, de no renunciar, de no detenernos ante el menor imprevisto, de no abandonar el barco, la nave, ni nada. No abandonar. Quizás allí esté el secreto. Tan sencillo y tan complejo. Y sin embargo por un momento intentaré sí abandonar: abandonar los prejuicios, desprenderme del pánico a la cursilería, al lugar común, para poder expresar públicamente y a través de esta página mi amor por Gloria, la que me impulsa-contagia-cuida-respalda-ama-divierte-acompaña y por si fuera todo eso poco se encarga de la casa, de los chicos ya no tan chicos, de la diagramación de El Chasqui, de manejar el auto y si es necesario cambiar una cubierta, de arreglar las canillas y los enchufes, de compaginar las cuestiones de la computadora y de cualquier otro artefacto eléctrico, asuntos éstos en los que puedo sin pedantería considerarme un perfecto inútil más allá de la competencia que pretende hacerme mi amigo Horacio Taranco...
Empecé estas líneas con el único afán de introducir la introducción a una introducción... y después me entusiasmé. Me dispersé. Pero para no correr el riesgo de repetir cíclica y eternamente las mismas palabras, como afirmaban los griegos antiguos, me remito ahora al texto de la mentada introducción a una...:

Cuando a las dos menos cinco de la mañana terminé este recorrido por los diez años de El Chasqui, me dispuse a escribir estas líneas que en verdad son una introducción para el lector y para mí un epílogo. Apreté la tecla del punto final y tuve una certeza: este trabajo está plagado de emociones personales y también de arbitrariedades. Y ahora, después de dormir un rato, me siento ante el teclado y reafirmo esa sensación. Me había trazado una idea, la de ir enumerando noticias, mencionando gacetillas, cartas, entrevistas, tomar fragmentos y a veces textos completos, mechar comentarios personales, recuerdos, siempre en función de esas miles de páginas de papel de diario que se irían sucediendo. Entonces, claro, hay que leer todo y decidir: «esto lo menciono, esto va todo, acá van pedazos». Y está lo otro, la noticia en apariencia poco trascendente que de pronto dispara una parrafada emotiva mucho más larga de lo que hubiera imaginado unos minutos antes de escribirla. Ya de entrada decidí no auto censurarme, no reprimir, no abortar los impulsos. Incluso la palabra Cambalache me surge ahora, y no sólo por haberle dedicado una tapa a Enrique Santos Discépolo sino por la variedad, por la mezcla, por ese revoltijo de notas, cartas, poemas y tapas que al armar esta edición se hace más notorio, más evidente. Y lo de arbitrario se percibe todo el tiempo. Es simplemente así como salió. De una nota una mención muy breve y otra íntegra, del número de un mes determinado aparece menos de media página y de otro más de dos. También es posible que, a medida que avanzaba, ciertos cambios inconscientes me llevaran a evaluar de diferentes maneras la extensión de una carta o de una entrevista. Arbitrario, siempre arbitrario. Y en esa arbitrariedad no pueden estar exentas las injusticias o las ingratitudes, que las habrá, pero nunca desde una intención aviesa ni premeditada; en todo caso tampoco aquí me gusta aplicar la triste frase por algo será. Simplemente es.
En lo referente a lo que llamaré Primera parte, se trata de aquello que en el libro de los cinco años puse como introducción, donde cuento desde nuestra llegada a Mar de las Pampas en 1998 hasta la aparición de El Chasqui, su proceso de gestación, los primeros conocidos, los primeros apoyos, el reparto en bicicleta. De manera que no deja de ser ésta una introducción a la introducción. Como palabra final, vaya una que mi amiga Lizzy Tochetto no se cansa de usar: Gracias.
Juan Pablo Trombetta
Mar de las Pampas
22 de septiembre, 2010


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