lunes, 30 de noviembre de 2009

Cuento Zen

Un día, Bankei les predicaba tranquilamente a sus discípulos, cuando su discurso fue interrumpido por un sacerdote de una secta.

Esa secta creía en el poder de los milagros, y consideraba que la salvación llegaba del repetir palabras sagradas.

Bankei dejó de hablar y le preguntó al sacerdote qué quería decir.

El sacerdote se jactó de que el fundador de su secta podía pararse en la margen de un río con un pincel en la mano y escribir un nombre sagrado en un trozo de papel sostenido por un asistente en la margen opuesta.

El sacerdote preguntó:

"¿Qué milagros sabes hacer tú?"

"Sólo uno. Cuando tengo hambre, como, y cuando tengo sed, bebo" repuso Bankei.

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