viernes, 11 de abril de 2008

Cuentos Zen

La fresa silvestre

Un hombre viajando a través de un campo se encontró con un tigre. Huyó corriendo, mientras el tigre corría tras de él pisándole los talones. Llegando a un precipicio, se agarró de la raíz de una enredadera salvaje y se deslizó por el borde. El tigre lo olfateaba desde arriba. Temblando, el hombre miró hacia el fondo del precipicio, donde otro tigre esperaba ávido su caída para comérselo. Sólo la enredadera lo sostenía. Dos ratones, uno blanco y otro negro, empezaron a roer la enredadera. El hombre vio una deliciosa fresa cerca de él. Agarrándose de la enredadera con una mano, alcanzó la fresa con la otra. ¡Qué dulce sabía…!
¡Eso es vivir el momento y olvidarse de "paranoias"! Total, lo que tenga que pasar pasará, pero eso no impide que disfrutemos cada momento y lo vivamos con intensidad. ¡Y las fresas silvestres están buenísimas!

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