domingo, 16 de marzo de 2008

Correo de lectores

Sr. Director:
Hemos elegido la costa atlántica para vacacionar, priorizando un embarazo que comienza, optando por tranquilidad, bosque, pinos y mar. Por lo que reservamos en un Hotel de Mar en Las Gaviotas, al lado de Mar de las Pampas. No dejamos de sorprendernos cuando pagando por media pensión, nos encontramos con que la cena era sólo un plato principal, sin entrada ni postre (como es de suponer, la bebida nunca se incluye en un hotel). ¿Por qué siempre queremos aventajar al huésped, y ante la queja y como de favor, incluyen sólo una entrada (ej. Dos rodajas de jamón y una de queso en plato de postre)? ¿Cuándo será el día que optemos por veranear en nuestro país por sentirnos satisfechos con el servicio y la atención? Debo reconocer que el hotel cuenta con lujosas instalaciones, lounge, pileta, habitaciones con vista al mar, pero no se condice con la penosa y poco pretenciosa atención que hemos recibido. Ojalá tomen en cuenta nuestros comentarios para que entiendan definitivamente que quienes trabajan en turismo deben capacitarse y no hacer favores… hacer servicio.
Silvina y Christian, de Buenos Aires
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Tucho I
Sr. Director:
Muchas gracias por la publicación del cuento del querido Hugo Rey. Aunque ésta es una visión absolutamente parcial, quiero decirte que el cuento del querido Hugo me dio envidia: acabo de descubrir que Hugo, en su recuerdo a un
grande de verdad, "El Tucho Mendez", se presenta como llevado por la manito y de pantalones cortos, caray… en esos años yo, a mi vez, ya andaba por los 14/15 años, ¿qué quiso señalar el autor? ¿que fue un pibe? ¿solazarse de los mayores como yo?
Quienes pudimos disfrutar la TRIPLE CORONA, 49/50/51, y Méndez, que en esa época jugaba de insider derecho o peón de brega, hoy Nº 8, un estratega en aquellas tremendas delanteras, Salvini, Méndez, Bravo, Simes y Sued ó Boyé, Méndez, Blanco, Simes y Sued. Qué tal con el Tucho, manejaba los hilos conductores de esos monstruos del fútbol. Apenas salieron tres años seguidos campeones… y segundos al cuarto.
Cuando ejecutaba un penal — y tiraba todos los que le cobraban a favor a la Academia—, nada de tomar carrera: se paraba inmediatamente detrás de la anaranjada y movía su pierna y pie como si fuera un muñequito de metegol, la pelota viajaba rauda a cinco centímetros del suelo y besaba alguno de los dos postes (el que elegía), antes de provocar el estallido en la red. Un poema…
Al Tucho, hasta hace pocos años, se lo veía en todos los partidos que jugaba Racing de local, en las plateas del Cilindro de Avellaneda; luego se fue...
Muchísimas gracias a Hugo por disparar algunos entrañables recuerdos, y además
por saber al fin quién era el pendejo que se sentaba en la tapa del túnel del vestuario local…
Hugo, un Académico abrazo, de quien mucho te estima,
Esteban Pallavecini
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Tucho II
Sr. Director:
A raíz de la publicación de "Tucho Méndez" llegué a la conclusión de que si bien Hugo Rey tardó bastante en convertir su primer penal, tal vez la demora fue el costo para que en el resto de su vida no dejara de hacerlo.
Penales cotidianos hechos en variadas formas. Raras también. Más allá de la remembranza del extraordinario número ocho, cuyas hazañas deportivas merecerían mucho más que una página, Hugo pintó sensaciones y costumbres de toda una generación. Recuerdos familiares comunes que se unificaban en la cancha —nunca estadio— donde los cantitos, aún frente al más enconado rival, competían en busca del tono burlón. La gracia y la ironía se pretendían por sobre la agresión.
La moto, el viaje, el empedrado, las imágenes de Rey, me obligan a volar hacia otras figuras del paisaje dominguero como eran la incomodidad del camión o el lujo de la bañadera. Y también vienen a cuento aquellos que tenían la gracia divina de ir hasta Avellaneda (para el lado de aquí, el de allá es para cualquiera), junto a otros iluminados en el tranvía 22.
Con demora a veces, porque era necesario sacar el "troley" dando tiempo a que subieran aquellos otros que venían corriendo con bandera y camiseta. Y enseguida, concluida la solidaridad, en el estribo o en el techo —entre gritos y silbidos a la infaltable señorita que siempre pasaba por la vereda con suegra y todo— seguir surcando las vías al costado del pastito divisor entre la ida y la vuelta. Tipo boulevar, era "la Mitre". Y, émulos del Tucho, del crack con el más veloz "pique corto con pelota al pie" que recuerdo, trotar las cinco cuadras hasta el templo para ver un cacho de tercera. El intervalo con "la reserva", era el momento en que los previsores recurrían al de milanesa que portaban desde la casa. Los que no, se acercaban hasta el triciclo verde del almacenero, donde las pizzas, las unas sobre las otras, esperaban a los hambrientos poco tilingos que no hicieran demasiado hincapié en la carencia de muzza, o en el exceso de moscas. No había otra solución en esa época, el de chorizo —no choripán, invento cordobés aún lejano— era un plato gourmet sin difusión.
¡Había llegado la hora! Sólo en el ritual faltaba anudar las cuatro puntas del pañuelo sin importar que estuviera nublado. Ceremonia que extraño, a pesar de aquella vez que se jugaba al lado, de visitantes en nuestro baño de servicio, y me tocó en el escalón de abajo un señor que, razonablemente, no quiso perderse el juego aunque —se advertía a simple vista— llevaba varios días soportando un hidráulico resfrío.
Señor Director, celebro con entusiasmo la publicación de "Tucho Méndez" porque si bien añoro por otras causas la década del 60, estoy seguro de que rememorar la magia de los 50 hará erizar a sus lectores. Emoción generalizada que todos sentirán, aunque algunos —pobres— la recuerden disminuida.
El cénit del éxtasis —Norberto Méndez fue un lujoso peldaño— por siempre se aloja en Colón y Alsina.
En el Cilindro.
Horacio Taranco
Buenos Aires, Marzo 2008
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A LA COMUNIDAD HOTELERA DE VILLA GESELL Y MAR DE LAS PAMPAS
En el mes de diciembre del 2007 realizamos, con mi esposa, una reserva en el "APART CAREYES VILLA DE MAR" en Mar de las Pampas, lugar que amamos profundamente.
Reservamos una habitación doble, con vista al mar, ubicada sobre los médanos.
Dicho apart promociona una serie de servicios, como 2 (dos) piscinas climatizadas, y un spa muy completo, entre otras comodidades.
Al llegar, aún no era hora de alojarnos, entonces abonamos el 50% restante y sin ver la habitación fuimos a almorzar, regresando a las 14.00 hs.
Gran sorpresa tuvimos, cuando comprobamos que la misma (habitación) era en el segundo piso, al fondo del
complejo y con vista lateral a 2 (dos) árboles de costado. De hecho, esto no era lo que nos habían prometido; en consecuencia, y después de una larga protesta, nos prometieron cambiarnos a una habitación un piso más abajo y con mejor vista, nunca al mar, si es que la pareja allí alojada, estaba de acuerdo con el cambio.
Así fue que después de esperar una hora y no tener respuesta, resolvimos ponernos la malla y disfrutar, aunque más no fuera, de un baño cálido en la pileta, por supuesto sin desempacar el
equipaje.
Pero no pudo ser, el agua estaba fría, muy fría. Según los pasajeros alojados hacía más de una semana, nunca estuvo climatizada. Según la gente del apart, ésa era una eventualidad producida por los fenómenos climáticos, como así también era otra eventualidad que el SPA, que recorrimos a nuestra llegada en un "TOUR AL PASAJERO", estuviera "CLAUSURADO", cosa que omitieron decirnos en el tour.
Ante todo esto, nos dirigimos a la gerencia, para pedir el reintegro del dinero, pues el lugar, "no nos estaba entregando lo que habíamos pagado".
Bajamos (solos) el equipaje al lobby y esperamos la devolución del dinero.
Después de 2 (dos) horas de discutir, nos devolvieron el monto pagado al ingresar ese DÍA y después de 2 (dos) horas más de discusión, el gerente firmó en la factura 1-698 que el dinero abonado por seña, o sea el otro 50%, lo devolverían en BUENOS AIRES, pues había sido depositado en un banco de Capital.
Eran ya las 20.00 hs. cuando pudimos salir de allí, y con la buena voluntad y predisposición de gente de otros aparts nos consiguieron dónde pasar la noche.
No podemos dejar de mencionar los nervios, la suba de presión y la frustración que nos produjo el haber programado nuestro descanso de una semana con tanta meticulosidad y antelación y encontrarnos en esa situación. El domingo 10/02/2008 a la mañana, fuimos a la Secretaría de Turismo en la avenida Buenos Aires, de la Municipalidad de Villa Gesell, en donde dejamos radicada la denuncia correspondiente. (Fórmula de denuncia Nº 200), en estos mismos términos, la cual nos dijo la persona que nos atendió, será remitida a la Sociedad Hotelera.
Con una magnífica disposición, inmediatamente se comunicó con algunas personas para encontrarnos alojamiento, con suerte para nosotros, pues encontramos un sitio maravilloso como son las cabañas "El Mar", lugar bellísimo, en el que pudimos disfrutar de la vista increíble del mar y la comodidad de un departamento muy bien equipado, y en donde encontramos una gente verdaderamente maravillosa, que entendieron rápidamente nuestra situación y nos brindaron todo su apoyo no sólo moral sino también nos permitieron disfrutar de nuestras vacaciones pagándoles sólo el 50% de nuestra estadía, ya que no contábamos con el resto, el cual les remitimos inmediatamente al llegar a Buenos Aires.
Después de mucho luchar por lo que nos correspondía, logramos bajo amenaza de envió de carta documento que el 29/02/2008, nos reintegraran nuestro dinero.
Espero que esta denuncia sea informada al público para que no seamos más engañados por propagandas y personajes que lo único que consiguen es dar mala fama al turismo argentino y especialmente a Mar de las Pampas.
Atte.
Eduardo Glot
L.E. 4981317
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Prohibido Prohibir
Hola Gloria, Juan Pablo y Cía.: Enorme placer en saludarlos. Lamento no haberlos conocido personalmente durante mi reciente paso por Mar de las Pampas. Estuve allí entre el 10 y el 15 de febrero invitado por un amigo. Me hizo acordar al Pinamar de hace 30 años. ¡Qué maravilla!, por favor, traten de conservarlo así, no permitan que avancen el cemento ni los autos. Justo el último día me regalaron un ejemplar del periódico (el N 77 de Abril del 2007). Felicitaciones y gracias por el informe Cortázar. Comparto lo expresado por Juan Pablo en su editorial "Volver. ¿Veinte años no es nada?" y también la tesis del cacique Cuatemoc sobre "La deuda eterna". En sintonía con dichos puntos de vista alternativos u opuestos a la masividad les envío lo siguiente: El martes (19/2/08) precisamente en el programa La Mañana de Víctor Hugo Morales, la Sra. Elisa Carrió dió una clase magistral sobre producción y tráfico de drogas. El didáctico informe incluyó cifras de las cuantiosas ganancias que obtienen los partícipes del negocio. A mi entender resultó tan apologético que más de un oyente debe haberse tentado a involucrarse en el ramo. Cabe mencionar un pequeño/gran detalle generalmente soslayado cuando se discute el tema: como cualquier otro mercado, el de las drogas también está sostenido por los consumidores. Si éstos se retiran, se acaba el narcotráfico. Por lo tanto, para resolver el problema hay que dirigirse a ellos. Sin prohibiciones, con formación, educación, información, persuación, convencimiento, libertad, responsabilidad y la asistencia que requieran. Imbuirlos de que "la salud es todo porque sin ella todo lo demás es nada". Si pese a ello insisten en intoxicarse, ejerciendo a pleno el control y autoridad sobre sus propias vidas, que asuma cada uno las consecuencias de sus respectivos actos.
Estimados, sé que mi postura es políticamente incorrecta. Entre otras cosas, atenta contra el negocio de los narcos y el de las autoridades, que de un lado cobran por impedirlo y del otro son remuneradas (sobornadas) para permitirlo. En el artículo adjunto (Prohibido Prohibir, que aparecerá en el próximo número de El Chasqui) amplío lo hasta aquí expuesto.
Agradeciéndoles la atención, me despido, espero que hasta muy pronto. Un abrazo.
Eduardo Guiraud

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