domingo, 31 de enero de 2010

Cuento Zen


La historia de la humanidad
Se cuenta que en la antigua Persia existía un rey llamado Zemir. Este rey, que fue coronado muy joven, deseaba conocer la historia de la humanidad. Para ello reunió a eruditos y sabios de todo el mundo y les pidió que se la escribieran. Todos se pusieron a trabajar inmediatamente, tratando de aportar el mayor número de detalles. Les llevó nada menos que 30 años concluir la tarea. Cargaron los más de 500 volúmenes en 12 camellos y se dirigieron al palacio.
El rey Zemir, que ya contaba con 50 años dijo: "Ya soy viejo. No tendré tiempo de leer todo esto antes de mi muerte. Les ruego que me hagan una edición más abreviada".
Los sabios emprendieron nuevamente la tarea y trabajaron 10 años más para reducir la obra a 100 volúmenes. Volvieron así al palacio, con 3 camellos solamente. Pero el rey había envejecido mucho y ya no tenía el coraje para ponerse a estudiar. "Necesito una edición más abreviada aún", les dijo a los sabios.
Diez años pasaron de nuevo antes que volvieran a ver al rey con un elefante cargado con 10 obras. El rey, septuagenario ya, y medio ciego, casi podía apenas leer. Pidió entonces una edición de un solo volumen.
Los eruditos también habían envejecido. Fue por eso que tardaron 5 años más en concluir su obra. Volvieron al palacio con un solo volumen, pero el rey estaba agonizando. "¿Debo morir sin conocer nada sobre la historia del hombre?", preguntó. El más anciano de los sabios le dijo entonces al oído: "Voy a explicarte en tres palabras la historia del hombre: el ser humano nace, sufre y muere." En ese mismo instante el rey expiró.
* * *
No puedes modificar tu nacimiento puesto que ya has nacido. Es un hecho del pasado. Tampoco puedes evitar tu muerte. Es lo único seguro que tienes.
Pero sí puedes decidir acerca de tu sufrimiento. El sufrimiento y las dificultades son el reverso de la felicidad y la satisfacción. Son las dos caras de una misma moneda. Van siempre juntas. Cuanto mayor sea el deseo de felicidad mayor será tu sufrimiento. Si deseas poco sufrirás menos.
Pero el hombre busca la felicidad de la forma equivocada. Busca incansablemente la satisfacción de sus deseos, creyendo que así alcanzará la felicidad.
Todos los seres pueden ser felices entonces, si su espíritu está desprovisto de toda búsqueda de provecho. No buscar nada. No esperar nada.
La felicidad no surge de lo que se recibe, sino de lo que se da. Cuanto más se obtiene, más se exige, más se quiere y de este modo, la carrera es interminable y el sufrimiento también. Siempre estaremos esperando algo. Los deseos son insaciables y, por lo tanto, la insatisfacción es perpetua.
Para obtenerlo todo es necesario abandonarlo todo.
Desprendernos de los deseos, dejar de correr tras la zanahoria de la felicidad, despojarnos del espíritu de provecho en cada cosa que hacemos, nos acercan tanto más a la felicidad auténtica.
Dijo el maestro Dogen: "Si mantenéis los puños cerrados, sólo conseguiréis unos granos de arena. Pero si abrís las manos, conseguiréis toda la arena del desierto."

1 comentario:

Anónimo dijo...

el cuento el chasqui tiene que apareser la palabra zambo