jueves, 9 de octubre de 2008

Arquitectura

Pinturas en ambientes marinos

En las construcciones que están ubicadas cerca del mar, es habitual que los revestimientos, las barandas y las carpinterías requieran de un mantenimiento periódico riguroso para evitar la aparición de ampollas, cáscaras, corrosión por debajo del film de la pintura o desprendimientos de mampostería por reventamientos.
Para llevar a cabo una adecuada protección en cualquier tipo de estructura que esté expuesta a un ambiente marino, siempre es necesario realizar un análisis previo del estado en que se encuentra la envolvente de esta construcción.
Principalmente se debe evaluar el grado de contaminación existente y también la valoración de la calidad del recubrimiento anterior. Además es preciso implementar un programa de pre-tratamiento y un esquema especifico de la forma de aplicación del sistema de pintura seleccionado.
La Argentina posee un territorio costero muy extenso, que cuenta con una gran variedad de climas. Y como consecuencia lógica, estas zonas tienen estilos diversos de construcción que suelen utilizar diferentes tipos de materiales.
Materiales:
En el caso del acero, por ejemplo, si este material no está debidamente protegido, es atacado con mucha rapidez, lo cual permite que se generen procesos de corrosión que lo afectan seriamente.
En cambio, el hormigón tiene una elevada resistencia a la agresión de los climas marinos. Pero a través del tiempo va perdiendo su impermeabilidad, especialmente en los ciclos de humedad-sequedad y de hielo-deshielo, llegando a permitir la oxidación de las armaduras y los posteriores reventamientos.
Por su parte, el aluminio es muy resistente a la corrosión atmosférica, aún en los ambientes cercanos al mar.
Esta resistencia se debe a su afinidad con el oxígeno: gracias a esta propiedad, forma rápidamente una capa de óxido muy fina, con una elevada resistencia al agua y fuerte adhesión al metal que impide el avance de la corrosión.
En este sentido, ocurre totalmente lo contrario con el acero. Sin embargo, el dióxido de azufre y otros ácidos como el clorhídrico presentes en los ambientes industriales logran atacar al aluminio.
En especial, lo atacan donde la capa de óxido protectora ha desaparecido o disminuido de espesor por efecto de la erosión, provocando así corrosión por picado. Este último problema se puede evitar mediante la aplicación de pinturas especiales.
De igual forma que los metales mencionados, la madera es afectada por la humedad propia de los ambientes costeros marinos. En este caso, lo que se acelera es el proceso de destrucción de los barnices protectores, a la vez que se facilita el ataque de los hongos y otros micro-organismos.
La aparición de todas estas patologías se puede demorar mediante la aplicación de recubrimientos protectores específicos para cada caso.
Sin embargo, tanto el estricto control del pre-tratamiento como las condiciones adecuadas de su aplicación, siempre son fundamentales para obtener un resultado satisfactorio.
Tratamiento: Toda la superficie se debe lavar previamente para eliminar los depósitos naturales de sales marinas. Con esta acción lo que se busca es evitar la oxidación en el caso del acero, así como impedir el desprendimiento de la película de pintura en los otros materiales a tratar.
El trabajo siempre debe realizarse previendo el tiempo suficiente para lograr que durante la aplicación y el secado de los recubrimientos no exista la posibilidad de condensación de agua. También se debe controlar mucho el punto de rocío.
En todos los casos, las superficies deberán estar bien secas, pues el agua retenida en la mampostería o en la madera perjudicará a las pinturas y los barnices provocando ampollamiento o descascaramiento. Es necesario tener en cuenta que la vida útil de los barnices disminuye en relación directa con el contenido de agua en las maderas.
La utilización de enduidos plásticos en los exteriores exige que posteriormente se le aplique un fijador de aguarrás para evitar que éstos absorban agua y luego ampollen el recubrimiento.
El empleo de los denominados cauchos acrílicos al solvente es muy adecuado porque son pinturas que soportan cambios bruscos de temperatura.
Por otro lado, estos productos permiten un proceso de secado de la superficie pues son transpirables: el agua retenida se evapora lentamente y se completa el secado de la pared sin ataque a la puntura.
Además, tienen un rápido secado, soportando sin inconvenientes lluvias a los pocos minutos de aplicados. Estos productos son ideales para mamposterías, hormigón y materiales previamente tratados con un antióxido.
Los metales no ferrosos, como el galvanizado y el aluminio, se pueden proteger mediante el uso de esmaltes de base acuosa que poseen gran resistencia al exterior y también una extraordinaria adherencia sobre estos sustratos sin ningún tratamiento previo.
Para el caso de los galvanizados ya oxidados, se recomienda el uso de fondo anticorrosivo al agua. Este producto previene la corrosión y, además, tiene la capacidad extra de adherirse en los lugares donde el galvanizado se conserva en buen estado. En cambio, en estas superficies no se recomienda la utilización de fondos o esmaltes sintéticos, ya que estos productos no poseen buena adherencia y finalmente se terminan descascarando.
En todas las obras es importante seleccionar las pinturas a utilizar en función de las condiciones climáticas reinantes.

Carlos A. Schifano
-Arquitecto UBA-

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